El capit醤 Alba

Cruz Laureada de San Fernando

image

El 25 de julio, el coronel Moscard ve la necesidad de que alguien o algunos contacten al otro lado de la sierra del Guadarrama con el Ej閞cito del general Mola para explicar la situaci髇 real del recinto alcazare駉, m醲ime cuando la prensa y emisoras de radio de Madrid hablaban de la rendici髇, trucando fotograf韆s en las que supuestamente se ve韆n salir vencidos a los defensores.

La desesperada situaci髇 hizo que se ofrecieran a Moscard dos voluntarios, los capitanes de la Escuela de Gimnasia, Joaqu韓 Agulla y Luis Alba.

Moscard consider que con uno de ellos era suficiente y elige al capit醤 de Infanter韆 D. Luis Alba Navas, de 33 a駉s de edad, entre otras cosas, por su estado de forma f韘ica y su gran conocimiento de la provincia toledana al ser un gran aficionado a la pesca y a la caza.

Aquella noche, sale vestido con un mono azul, pistola colgada al cuello, gorro, correaje y alpargatas, pertenecientes a un miliciano ca韉o muy cerca que llevaba el carnet del partido comunista n 173, a nombre de Antonio D韆z, donde por suerte el ep韌rafe de profesi髇 figuraba en blanco y en la que se escribi de profesi髇: 鈥減escador鈥.

Cruz el r韔 Tajo a nado con el mayor sigilo, cerca del llamado Puente Nuevo, algunos metros m醩 abajo del castillo de San Servando, y bordeando el mismo, lo tuvo que cruzar de nuevo a la altura de la finca de Portusa, a unos 17 Km. de Toledo, All fue ayudado por un empleado de la finca a cruzar el r韔 y as, a la salida de la luz del d韆 martes 26, estaba ya situado pr髕imo a la carretera de 脕vila. Con calzado inapropiado y un posible contacto con un tal Basilio, propietario de un veh韈ulo, entra en Buruj髇, un peque駉 pueblo de Toledo cercano a Torrijos.

Su llegada al Ayuntamiento debi producir una peque馻 conmoci髇, pues daba noticias de la situaci髇 en la capital y solicit el veh韈ulo de Basilio para llevar hasta Arenas de San Pedro, en misi髇 oficial y secreta, una orden del Comit de Toledo. Entre las personas que se acercan hay un joven natural del pueblo que durante el servicio militar hab韆 servido a sus 髍denes, y al verle, instintivamente exclama: 鈥溌i Capit醤!鈥

Al escucharlo los dem醩 debieron quedar at髇itos y deciden trasladarle inmediatamente a Toledo en coche para ser juzgado por un tribunal militar, pasando en el camino obligatoriamente por Torrijos. Contin赼n camino hacia a la capital y a unos 7 Km., en la denominada Venta del Hoyo, peque駉 balneario de aguas medicinales.

En aquellos momentos la finca estaba arrendada a unos vecinos del pueblo de Yunclillos, los hermanos Mart韓, quienes manifestaron que al atardecer del 26 vieron aparecer un coche a gran velocidad, y que antes de llegar a un puente que hab韆 en la vaguada, se sali de la carretera por el lado derecho, desapareciendo el mismo ya que hab韆 un gran terrapl閚.

Bajaron corriendo para prestar ayuda, encontrando el coche sin volcar y del cual iban saliendo un guardia de asalto y varios milicianos con fusiles en mano, los cuales con gritos, maldiciones y blasfemias sacaban a Alba del otro coche culpabiliz醤dole del accidente, diciendo hab韆 que fusilarle all mismo.

El guardia de asalto se opuso rotundamente a ello pues su deber era entregarle a las autoridades de Toledo. En ese momento uno de los milicianos apodado el Checa, vecino de Buruj髇, alegando que el reh閚 le pertenec韆, pues 閘 hab韆 decidido su detenci髇, dijo que la discusi髇 se acababa, sac la pistola y le dispar a bocajarro.

Una vez ca韉o al suelo, el resto de los milicianos dispararon. El entonces alcalde de Bargas, que en el grupo estaba, le peg el tiro de gracia. Marchados los milicianos, los hermanos Mart韓 cubrieron el cuerpo con mantas para evitar el ataque de animales. Dichos hermanos fueron tambi閚 testigos presenciales de c髆o el presidente de la casa del pueblo del vecino lugar de Bargas, de apellido Villasevil, al ver las esposas en los antebrazos y quer閞selas llevar como recuerdo, al no encontrar las llaves para quit醨selas, decidi a tiros de pistola sacarlas, como as hizo.

Al d韆 siguiente, 27, un coche de los llamados 鈥渆stufa鈥 en aquellos tiempos, recogi el cad醰er para su traslado a Toledo, donde permaneci insepulto todo el d韆 al no reclamarle nadie, ya que su esposa ignoraba lo sucedido, aunque si le reconoci el m閐ico forense de Toledo, familiar suyo, que por miedo dijo no saber qui閚 era.

En 1940, su viuda visit el cementerio solicitando el libro de registro de ingresos, y en ese d韆 28 de julio, figura un cad醰er sin identificar de unos 45 a駉s, de unos 1,60 m. de estatura y unos 60 kg., vestido de mono azul y con las iniciales: 鈥淟.A.鈥, en su ropa interior tal y como ella ten韆 la costumbre de bordar. En el libro de inhumaciones figura su enterramiento el d韆 29, en la 2陋 fosa com趎; es el cad醰er n 13 y tiene 37 cuerpos encima.

Solicit al entonces director General de Seguridad, Conde Mayalde, la apertura de la fosa, viendo todos los restos y reconociendo a su marido por el buen estado de conservaci髇 que ten韆 al estar a mucha profundidad. Se procedi a trasladarlo al pante髇 familiar el 24 de diciembre de 1940.

Previo Juicio Contradictorio, a propuesta de Moscard, le fue concedida a t韙ulo p髎tumo la m醲ima condecoraci髇 militar: la Laureada individual de San Fernando publicada en el B.O.E. el 24 de marzo de 1939.

La noticia en radio de la detenci髇 y ejecuci髇 de un 鈥渞ebelde鈥 del Alc醶ar de Toledo fue escuchada por las tropas del General Varela, cayendo en la cuenta de la noticia trampa de la rendici髇 del Alc醶ar y por lo tanto que a趎 se manten韆 firme en la defensa.

En definitiva, el capit醤 Alba logr cumplir su misi髇 a趎 a costa de su propia vida.

Al presentarme, la comidilla del d韆 se refer韆 el capit醤 Alba. Pretend韆 contactar con el general Mola 鈥攓ue mandaba las fuerzas m醩 pr髕imas a nosotros, en la sierra madrile馻鈥. Por lo que dec韆n, se hab韆 descolgado por el desnivel enorme, a modo de talud que, desde la explanada m醩 lejana 鈥攍a del picadero鈥 se extend韆 hasta la abrupta orilla del r韔. Esta escarpada pendiente, con la que la naturaleza cerraba nuestro cerco, la completaba el enemigo con las defensas en los altos de San Servando. Claro que sin luz del d韆, no esperar韆n que ning趎 loco transitara por esos parajes. A趎 no comprendo c髆o consigui bajar de noche, cuando ya entra馻ba grandes dificultades y peligros descender durante el d韆. Sin embargo, el enemigo, que acechaba enfrente, no le permiti otra alternativa. Seg趎 se rumoreaba, este capit醤 era un verdadero atleta. Practicante asiduo de varios deportes, cazador y pescador empedernido, lleg al r韔 y lo atraves a nado. Camin por la orilla de enfrente, no tan inh髎pita, y volvi a cruzarlo para llegar a una parte no vigilada. Al menos as lo plane. Cuantos le conoc韆n se hac韆n en elogios consider醤dolo la persona m醩 id髇ea para tal servicio. Esta acci髇, tan heroica y arriesgada, la motiv una noticia de Uni髇 Radio, de Madrid, que afirm que nos hab韆mos rendido.

Memoria de D. Lorenzo Morata, Defensor del Alc醶ar de Toledo.

Top